«Anything can happen and it probably will» directorio 
El Buen Ladrón

Relatos Dreamers

     Crash.
-¡Argh! ¡Maldita puta, qué me has hecho en los ojos!
     Alfred subió la ventanilla del coche y arqueó una ceja.
-¿Sabe, amo Bruce?, Creo que esto es lo que más me gusta de Gotham –dijo mirando a su alrededor-. Su diversidad cultural.
     El coche de Bruce Wayne. Uno de los siete coches más lujosos de Gotham. Los otros seis también eran suyos. El vehículo destilaba una elegancia que iba en concordancia con el barrio por el que viajaban, rodeados de altísimos edificios de cristal y aceras impolutas. Pero en una ciudad como Gotham, incluso la calle más brillante tiene su callejón en sombras.Añadir Anotación
     Pese al impecable intento de Alfred, el oído de Bruce estaba muy bien educado. Incluso a través de los gruesos cristales blindados, Bruce Wayne pudo seguir la conversación.
-¡Lo siento, Frank, ha sido un accidente! –decía ella.
-¿Accidente? ¡Pedazo de zorra, ese spray no se tiene por accidente! –replicaba él.
-¡No sabes a lo que me tengo que enfrentar cada noche, Frank, no lo sabes!
-¡Te tendrás que enfrentar a mí cada mañana si no me tratas con un poco de respeto! ¡Y yo soy mucho más peligroso que todos los gordos ricachones pervertidos a los que te tiras!
-Reduce, Alfred –ordenó Bruce.
     El mayordomo tardó un instante en responder.
-Con el debido respeto, amo Bruce...
-No puedo quedarme de brazos cruzados. Reduce.
-¡Señor, estamos en pleno día!
-No me verá. Reduce.
-Amo Bruce, la rueda de prensa...
-A nadie le extrañará que Bruce Wayne llegue tarde.
-Señor, sé que mi siguiente comentario tendrá tanta validez como una banal charla sobre el tiempo, pero debo protestar.
-Protesta anotada.
     Alfred alzó los ojos al cielo, o al techo del vehículo, y profirió un suspiro de exasperación.
-Si al menos me permitiera observar que... –tanteó.
     Pero ya era tarde. Todo lo que quedaba de Bruce Wayne en el asiento trasero era su chaqueta y su corbata.
     El acto de desaparición no era fácil a plena luz del día, pero Bruce había entrenado mucho. En un movimiento casi instantáneo había levantado una tapa de alcantarilla, descendido por el agujero y vuelto a cerrar su camino.
     Las alcantarillas... No podía quitarse de la cabeza la ola de robos. El ladrón había intentado guiarle hasta una pista correcta pero innecesaria, eso estaba claro como la noche. Alfred tenía razón. Ese caso le estaba afectando.
     Bien.
     Trepó como un gato escaleras arriba y levantó levemente la tapa. La oscuridad y los gritos le indicaron que se encontraba en el sitio correcto.
-¡Frank, por favor...!
     Un golpe fuerte. El sonido era de golpear algo con el dorso de la mano. El bastardo no sólo le había pegado. Había tomado carrerilla con el brazo.
     Junto a la tapa de alcantarilla cayó algo de la mujer. Las perlas de un collar.
     Y Bruce Wayne dejó de existir.
-¡Es la última vez que me desobedeces! –bramó el hombre-. ¡¿Me oyes?!
     Justo antes de ser golpeado en el estómago por una tapa de alcantarilla.
-¿Quién ha hecho eso? –preguntó el hombre, mirando en todas direcciones-. ¡¿Quién ha hecho eso?!
     La mujer corrió fuera del callejón. Dos ojos la contemplaron entre las sombras. Volvería. Volvía cada noche. Y no olvidaría lo ocurrido, pero no haría nada.
-¡Sal donde pueda verte, cabrón! –aulló el hombre.
     Sigue llamando la atención. Pronto vendrán a por ti.
     La voz. Durante el día nunca se la oía. Tal vez por eso hablaba en susurros. Pero el hombre había podido oírla con tanta claridad como si estuviese...
     Se giró bruscamente y golpeó al aire. Nada.
-¡Eres un cobarde!
     No soy yo quien tiene miedo.
     El hombre comenzó a asestar puñetazos y patadas en todas direcciones, con la esperanza de los desesperados, anhelando golpear algo por casualidad y poder contárselo a todo el mundo. Los ojos le miraron casi con lástima.
     No te canses. No será divertido cazarte si estás cansado.
-¿Ah, sí? ¡Pues déjate ver!
     Una patada baja surgida de la nada, y el hombre cayó al suelo. Rodó para ponerse boca abajo y arañó el aire en la dirección de la que había venido la patada. Nuevamente nada.
     ¿Dónde estaría la emoción de enfrentarte a un rival a quien puedes ver?
-¡No es justo! –lloriqueó el hombre, sintiéndose cada vez más impotente-. ¡Tú puedes verme!
     Y en ese momento, de las sombras, dos manos surgieron y agarraron al hombre en peso. Pero no lo alzaron para enfrentarlo a la mirada de su rival. Lo levantaron como a un saco, boca arriba, para que no se pudiera resistir.
     Tú no eres mi rival, susurró la voz. Eres la presa.
     Batman, aún sin su disfraz pero Batman, estuvo muy tentado de arrojar al hombre dentro de un contenedor de basuras. Pero de pronto tuvo otra idea.Añadir Anotación
     Tus ojos, dijo. ¿Qué les pasa?
-No me mates, por favor... –lloró el hombre.
     Contesta a la pregunta.
     Sin alzar la voz. Pero dejando bien claro que no era una petición.
-Esa puta... Millie me ha echado spray de pimienta. Apenas puedo ver.
     Batman sonrió.
     ¿No me digas?
     Dejó al hombre en el suelo. Inmediatamente el hombre cayó de rodillas y trató de besar a ciegas los pies del demonio que le había perdonado la vida.
     Batman le propinó una patada en el estómago. El hombre se retorció de dolor. Batman volvió a levantarlo del suelo y lo tumbó de una bofetada.Añadir Anotación
     Para estar ciego, no te costaba demasiado trabajo pegarle.
-¡Por favor...!
     Puñetazo a la boca del estómago.
     No me pareció que dejaras de pegarle a ella porque te lo pidiera por favor.
-¡No volveré a hacerlo...!
     Un golpe con cada mano, directos a las costillas. El hombre cayó al suelo fulminado.
     Batman le recogió y lo tiró finalmente a la basura. Estaba convencido de que su estómago no resistiría muchos más golpes, y no estaba dispuesto a causarle la muerte sólo para darle una lección.Añadir Anotación
     Pero antes de salir del callejón, se permitió el lujo de sonreír. Lo cierto es que le había venido bien liberar tensiones. Distraerse un poco del juego del ladrón.
     Cuando volvió al coche encontró a Alfred despidiéndose de la prostituta. Por los pasos apresurados de la mujer y las lágrimas de agradecimiento en su rostro comprendió que su fiel mayordomo la había enviado al hospital de Leslie.
-¿Se ha divertido, amo Bruce? –preguntó.
-Más de lo que debería –respondió-. Vamos, tenemos una rueda de prensa, y luego no sé... Tal vez me vaya a cazar.Añadir Anotación


(La primera frase es de Maníaco. Enterita. Hasta lo de "ojos". Batman, Alfred, Leslie y Gotham son de DC. El resto es mío. Oh, sí, Frank también. ¿Se lo quiere quedar alguien?)

The Creeperillas, 15 de Septiembre de 2005
visitantes
Relato anterior (El lobo, el dragón y la rosa)


Los mini relatos enviados por los ciudadanos dreamers son de "libre expresión", no expresan necesariamente las opiniones de Dreamers, y están sujetos a las mismas reglas que los mensajes en los foros, especificadas en "© Copyright, responsabilidades y condiciones de uso en Dreamers y el Universo Dreamers ®".
Si estás interesado en participar con tus artículos puedes hacerlo desde Ciudadanos Dreamers.
FaceBook Twitter Google Meneame Email


© Copyright DREAMERS NETWORKS SL. Responsabilidades y Condiciones de Uso en el Universo Dreamers ®